Ciertas historias trascienden por su fuerza. A través de los años, el caso del Titanic nos ha llamado la atención e impactado. Tal vez por la magnitud de las consecuencias y lo improbable del caso.
¿Qué es realmente lo que nos llama hacia esta historia? En resumen, se trata del hombre dominando la técnica. Lo que llamamos el "State of The art". La tecnología hace al hombre arrogante y crea una falsa idea de control. ¿Cuántas veces hemos dicho: "tengo todo bajo control"?
Sigue el capítulo de las promesas: vamos a llegar a X meta. Debemos cruzar el Atlántico en 10 días. Es un compromiso que, una vez verbalizado nos ata y guía nuestras decisiones. Tenemos que conseguirlo a toda costa. Hemos empeñado nuestra palabra.
Luego viene la escena en la que aceleramos nuestra creación hasta el límite para cumplir nuestra promesa. Conocemos los riesgos, pero nuestra arrogancia nos dice que la posibilidad de que sucedan es demasiado remota para ser considerada.
De pronto, muy lejos vemos un iceberg. Le llamamos al capitán y le pedimos que tome una decisión. El dice: giren a babor. Giramos el timón y ponemos los motores en reversa. Gritamos a la caldera para que pongan mas carbon en la caldera. Tenemos que reducir la velocidad de inmediato. El barco empieza a girar pero muy lentamente. Su masa y velocidad son demasiado grandes.
Los esfuerzos aunque importantes son infructuosos. El iceberg termina por golpear el casco. El daño está hecho. Pero el barco no se hunde de inmediato. Tardará un rato en que la cantidad suficiente da agua entre y el barco se hunda. Y al final, algunos daños serán cuantificados. Aunque otros no pueden cuantificarse.
Últimamente me vienen analogías con grandes barcos. Las dos más importantes son con la direccion de nuestro país y la otra con la cuestión ecológica.
Antonio Contestabile F.
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