lunes, 14 de febrero de 2011
La Buena Vida
Estuve de viaje esta semana y tuve la oportunidad de compartir la mesa con personas que conocía poco o de plano no conocía. Es curioso como en estas situaciones, casi invariablemente, acabas hablando de ti mismo y dando explicaciones de tu vida. Presentando tus intereses, gustos y aficiones. Hablamos de nuestra familia y pintamos cuadros que nos describen (al menos la imagen que tenemos de nosotros mismos).
En una de esas pláticas alguien me dijo: a ti te gusta la buena vida.
Hoy, unos días después, estuve pensando en el significado de “la buena vida” como concepto. ¿Qué quiere decir “me gusta la buena vida”?
Creo que la vida es como uno de esos helados a los que puedes agregar chocolate, chispas de colores, amaranto, etc. En realidad nunca tenemos control sobre la cantidad de helado que nos toca (aunque a veces queremos creer que si, solo el heladero puede decidirlo), pero podemos decidir si dejamos la nieve como está o la llenamos de chispas de colores. Claro que corremos el riesgo de que la combinación de sabores que elegimos no sea la más sabrosa. A veces volteamos y vemos el helado que se ha preparado el vecino y pensamos que seguramente es mejor que el nuestro. Sin embargo, el mejor helado para ti es el que tu tienes en la mano(sin contar que es el único), así que ¿por qué no disfrutarlo al máximo?
¿Que es la buena vida entonces? Es una colección de buenos momentos. Es tanto una elección como una coincidencia. Pero no me refiero a coincidencia como a una casualidad, sino a personas valiosas que coinciden en un mismo tiempo y lugar y que dan vida a estas experiencias. La buena vida se escoge y se cultiva.
La buena vida es un hábito. No es la receta de la felicidad. La felicidad es algo más. La buena vida es una manera de vivir y disfrutar la vida.
Para mi, tiene que ver con lo que comes, con lo que bebes, con tu actitud hacia el trabajo (y, por lo tanto, hacia el descanso) y también hacia el placer. Creo que puedo definir la buena vida como la vivencia cotidiana de los siguientes elementos:
Buena compañía. Es el compartir los buenos momentos con gente valiosa. Primero, la familia; tu esposa, tus papás y tus hijos… Con los buenos amigos, ya que con ellos puedes… “Arreglar el mundo”, luego lo desbaratas y lo vuelves a arreglar. Es genial.
En este tiempo de super sistemas de comunicación en el que, curiosamente, se pierde totalmente la capacidad de relacionarnos, podemos recurrir a una llamada (o un chat).
Puede ser un paseo por la playa, por el parque o el bosque. Ver a tus hijos jugar, a tu sobrino pronunciar sus primeras palabras y a tu hermana emocionarse por ello.
Buena comida. La buena compañía se disfruta más con buena comida. Es la que te da satisfacción completa. La que, al igual que la buena compañía, no es pretenciosa y te deleita sin agobiarte. La comida es como la gente. La que se prepara con amor es la mejor. Con ingredientes naturales.
Dentro de esta categoría, incluyo la buena bebida. Definitivamente, la comida sabe mejor con un buen vino. Con agua fresca (si se puede, San Pelegrino). Con un buen tequilita (o sotolito para los de Chihuahua).
Apreciar la belleza. Oír buena música y también tocar música (aunque no siempre sea muy buena). Ver un atardecer con nubes altas, de esos que encienden de tonos rojos el cielo. Detenerte a observar y a apreciar una iglesia o un edificio. Bailar. No dejar de sorprendernos con la belleza del mundo. Me he encontrado con que el pasatiempo de la fotografía ayuda en este punto ya que, cuando vez por el objetivo de una cámara, tratas de buscar la composición más estética posible.
Gozar los momentos de soledad y reflexión. Es sólo en estos momentos en los que puedes orar, leer un buen libro, escribir. Son indispensables. Es cuando nuestros sentimientos más nobles afloran.
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